Constantinopla

 

El Mandylion era tan importante para el Emperador de Oriente Constantino VII Porfirogeneta, llamado así al haber nacido en el palacio  imperial revestido de pórfido, que en el año 943 envía un ejército al mando de su mejor general, Juan Curcuas, para rescatarlo de manos del Islam. Esto se consigue sin luchar sino mediante una negociación. La ciudad sería respetada, se le daría a Edesa garantía de inmunidad perpetua de ataque por parte del Emperador; se le concederían diez mil escudos de plata, y se pondría  en libertad a doscientos muslines de alta alcurnia que retenía el Emperador como prisioneros, todo ello con una sola condición: la entrega del Mandylion. Esta será la primera operación que se conoce de compra venta de la sábana con que Jesús fue sepultado.

El Mandylion es recibido en Constantinopla con gran esplendor. Es venerado principalmente en la basílica de Santa Sofía, que todavía existe convertida en mezquita,  y se establece el 16 de agosto como la Fiesta de la traslación de Edesa a Constantinopla. En los primeros versos de la liturgia de dicha fiesta se lee: “Has dejado impreso tu semblante sobre una síndone porque sigues vivo. Mas como habías muerto la última prenda que vestiste fue una síndone”. Este es el respeto, la consideración y la seguridad que tenían de que esa tela había envuelto el cuerpo de Cristo en el sepulcro.  Vemos que a la tela se la empieza a llamar también Síndone, que en griego significa sábana, nombre cuyo origen algunos relacionan con la ciudad de Sidón en Palestina, donde desde muy antiguo eran famosas las telas de lino.

Entre muchísimos documentos que justifican la presencia de la Síndone o Mandylion en Constantinopla, basta mencionar los relacionados con la visita de Luis VII, rey de Francia, cuando venera la reliquia. También la crónica de la Cuarta Cruzada de Robert de Clary en la que dice que ”cada viernes la Síndone era expuesta en toda su longitud de forma que se podía contemplar en ella la impronta del cuerpo, por delante y por detrás, como si estuviera de pie”...”Pero nadie sabe qué ha sido de la tela después que fue saqueada la ciudad”.

Efectivamente, en el año 1204 durante la cuarta cruzada, en lugar de ir a rescatar Tierra Santa, cruzados franceses y venecianos tomaron y saquearon la ciudad de Constantinopla, capital del imperio de Oriente, y a partir de entonces no hay casi información documentada sobre el Mandylion. No obstante, en 1910 se expuso en la Biblioteca Nacional de Palermo un códice olvidado en el que un pariente del último emperador bizantino legítimo, llamado Teodoro Ángel Conmeno, presentó en agosto de 1205 una súplica al Papa Inocencio III, diciéndole: “El año pasado en el mes de abril, con el falso pretexto de liberar Tierra Santa el ejército cruzado vino a devastar la ciudad de Constantino...A la hora de repartirse el botín...los franceses se llevaron las reliquias de los santos, de las cuales la más sagrada es el Lienzo en que Nuestro Señor Jesucristo fue envuelto después de su muerte...Sabemos que las cosas sagradas están en Venecia, en Galia y en otros lugares, pero el Sagrado Lienzo está en Atenas...Que los depredadores se queden con el oro y la plata, pero que nos devuelvan lo que es sagrado”.

Como dato confirmatorio digamos que actualmente los ortodoxos siguen reclamando la devolución de la Santa Síndone.