La impronta y las manchas

 

La Sábana presenta dos elementos visibles. Las imágenes anterior y dorsal de un cuerpo humano, que está como grabado en ella, de un metro ochenta de estatura. Además, vemos manchas que siempre se creyó que eran de sangre, lo que se comprobó más tarde, manchas de sangre humana correspondientes al grupo AB.

En la imagen se observan claramente todas las heridas infligidas a Jesús en la pasión: una perforación en la muñeca izquierda, la derecha no se ve porque queda oculta por la mano izquierda, perforaciones en los pies. Al iluminar la Sábana con luz especial fluorescente se obtuvieron fotografías que muestran claramente las marcas de ciento veinte latigazos sobre el tronco, brazos y piernas hechos seguramente con flagrum romano, un látigo de correas terminadas en dos esferas de plomo. Se cuentan treinta perforaciones en la cabeza perfectamente correspondientes a un casquete de ramas con grandes espinas. Una herida en el costado derecho inferida seguramente por una lanza. Heridas en las rodillas producidas por caídas, y marcas en la espalda y hombro derecho, consecuencia de haber cargado con gran probabilidad un madero rugoso y muy pesado. A las heridas las acompañan las correspondientes manchas de sangre. Los regueros de sangre que corren por los brazos provenientes de los clavos en las muñecas, han permitido a los estudiosos conocer los movimientos que debió realizar el crucificado para poder respirar, alzándose sobre los pies clavados al madero vertical, sin ningún soporte como suele verse en los crucifijos.   

Muchos científicos, entre ellos, médicos anatomistas, fisiólogos y criminologistas, hicieron estudios minuciosos, pero nunca se encontró ningún detalle que no correspondiera con la realidad de una crucifixión. Delage ya lo había advertido.

Cabe agregar que en la tela apareció polvo, especialmente en la zona de las rodillas y los análisis espectrográficos delataron la presencia de roca aragonita. Se sabe que las calles de Jerusalén estaban embaldosadas con lajas de aragonita, abundante en la región.

Los estudios científicos se encuentran en muchísimos libros, publicaciones y conferencias. Continuamente se hacen congresos y simposios, en los que se ponen en discusión nuevos descubrimientos. Hay sociedades de sindonologistas por todo el orbe que tienen como objeto el estudio de la Santa Síndone y muchos sitios exclusivos en Internet que tratan el tema. No hay objeto arqueológico en el mundo que haya sido y siga siendo más estudiado que la Sábana de Turín..

Delage había afirmado que la ciencia algún día podría explicar el mecanismo de formación de la imagen. Ese día todavía no ha llegado. Sólo se sabe cómo no se ha formado, que no es una pintura, que no es consecuencia de vapores, ni de ácidos , ni por un modelo sometido al calor. Con toda  la técnica de que se dispone actualmente no se ha podido hacer una imagen de ningún objeto ni siquiera parecida.

No así acerca de las manchas de sangre. No hay duda de que ha sido derramada por un hombre, y que casi todas las heridas le fueron hechas antes y alguna más después de muerto.

Hay un detalle muy interesantes en coincidencia con el Evangelio. Juan relata que de la herida del costado hecha  por un soldado romano para asegurarse de que Jesús ya estaba muerto, manó sangre y agua. Esto es algo no común; del costado del herido por una lanza saldría sangre, pero no  agua. En la Sábana Santa se ve claramente esta mancha de sangre circundada por otra mancha correspondiente a suero. ¿Esto será lo que Juan llama agua? Para que del costado hayan salido plasma y suero sanguíneos tan separados, la explicación más probable es que ese cuerpo fue previamente flagelado, con tal brutalidad, que le debieron  producir  heridas internas, cuya sangre depositada en la cavidad toráxica con el paso de algunas horas se haya decantado, produciéndose la  separación del plasma y el suero. Al ser abierta la cavidad  surgen en forma separada.  Y sin duda Juan que vio la sangre y el agua manar del costado, lo que a cierta distancia no sería fácil observar, lo haya podido comprobar mucho mejor sobre el mismo cuerpo de Jesús al ayudar a su sepultura.