Profecías y la Verónica
Correspondería decir algunas
palabras sobre si habría otras formas de conocer el rostro de Jesús. Algunos
autores han tratado de saber algo al respecto por medio de las profecías del
Antiguo Testamento.
Sin emitir opinión sobre este método o forma, debemos decir que las profecías
no son objeto de las ciencias naturales, a las cuales nos limitamos en este
estudio, razón por la cual no consideramos esa posibilidad.
Otros han señalado que se podría conocer el rostro de Jesús por medio del
Velo de la Verónica. Si bien los Evangelios no mencionan a esta mujer, cuyo
nombre no es hebreo precisamente sino la unión de un vocablo latino vero y otro
griego icono, la tradición seguramente se origina en el mismo relato
evangélico. Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén que lloraban al verlo
flagelado, con una corona de ramas espinosas en su cabeza y cargando la cruz
camino al Calvario. Es posible que una mujer, a la que después se la llamó
Verónica, haya enjugado la cara ensangrentada de Jesús cubriéndola con su
velo, y que en esa tela hayan quedado marcados con sangre y sudor algunos
rasgos, que después al observarlos detenidamente permitiesen adivinar un
rostro.
El velo con la imagen de Cristo, no pintada, habría dado origen a una
tradición oriental que lo lleva a Edessa, donde habría sanado al rey que
estaba enfermo de lepra. Indudablemente esta leyenda se relaciona con el
Mandylion, llamado después Sábana Santa, que sabemos fue llevado a Edesa con
su imagen aquerotipa, no pintada por mano de hombre.
La tradición en su versión occidental es originada por la tela de esas
características, que apareció en Europa hacia el siglo X. Un pañuelo o velo
llamado Verónica estuvo largo tiempo guardado en San Pedro en Roma, hasta que
desapareció durante la reconstrucción de la capilla donde se veneraba. Es
posible que la tela original o copias de la misma hayan sido, digamos mejoradas,
agregándoseles detalles pictóricos. Lo cual no sería ni la primera ni la
única vez en que fueron completadas imágenes a las que se les tenía
devoción. Se debieron de hacer muchas copias de esa tela, que se difundieron
por diversos lugares llamándoselas a veces también verónicas. Todas muestran
un rostro que guarda gran parecido con el de la Sábana de Turín.
Últimamente, el investigador Padre Heinreich Pfeiffer ha encontrado en la
ciudad de Manopello, próxima a Roma, una tela que podría ser la que estaba en
San Pedro. Se estudian sus características, pero aún se está muy lejos de
determinar su autenticidad.
De cualquier modo es fácil concluir que si el Velo de la Verónica, aun en el
caso de ser auténtico, presentara solamente manchas de sangre y sudor, no
agregaría ninguna información para saber cómo era el rostro de Jesús a
cuanto nos brinda la Síndone.
Por nuestra parte pensamos que tanto el tema de las profecías sobre el aspecto
del Mesías, como lo del velo de la Verónica, sólo sirven para disminuir la
importancia y contundencia de la Sábana Santa en cuanto a permitirnos conocer
el rostro de Jesús.