Turín
Más
tarde los Savoy o Saboya anexan el Piemonte, con su magnífica ciudad de
Turín, y deciden cambiar de capital. Naturalmente convencidos como
estaban de la autenticidad de la Síndone no dudan en llevarla a su nueva metrópoli,
en cuya basílica de San Juan
construyen la magnífica capilla de Guarini donde se la venera hasta nuestros días.
Para poder trasladar la Síndone a Turín, sin la protesta de los habitantes de
Chambery, el Duque de Saboya aprovechó que el Obispo de Milán, después San
Carlos Borromeo, había hecho el voto de ir a venerar la Síndone cuando cesara
la peste que azotaba a su diócesis. Pasado el flagelo, el Obispo se disponía a
cruzar los Alpes caminando y en pleno invierno. Para acortarle el camino, el
Duque llevó la Síndone a Turín, donde el Obispo cumplió su promesa, pero la
reliquia no fue devuelta a Chambery.
Con
el correr del tiempo fueron apareciendo muchas “sábanas santas” en
distintos lugares, se cuentan más de 40 y cada una con su propia historia.
Fueron motivo de devoción por parte de los fieles, pero no siempre se informaba
que habían sido copiadas ni de cuál original.